El 2019 depara grandes cambios para el presidente de Estados Unidos, pues su administración tendrá muchas más complicaciones que en el pasado. Este es el recuento de lo que Santa Claus le trajo a Donald Trump.

Con la llegada de una nueva mayoría demócrata-opositora a la Cámara de Representantes, Trump encontrará un dique legislativo. Proyectos de ley como la reforma fiscal, aprobada sólo con votos republicanos, serán imposibles con la nueva conformación política. Cada proyecto presidencial que requiera la rúbrica de la Cámara Baja encontrará un exhaustivo escrutinio de los demócratas.

Es posible que proyectos de ley como la reforma al sistema de justicia —que favorece la reinserción de ex convictos a la sociedad—, o grandes proyectos de infraestructura sí cuenten con apoyo bipartidista y se conviertan en ley. Después de todo, los demócratas tienen que entregar resultados, igual que el presidente y su partido.

No obstante, los demócratas y la administración de Donald Trump chocarán en sus visiones sobre políticas públicas y colisionarán al posicionarse hacia la elección presidencial de 2020. Es decir, los demócratas obstruirán a Trump en actos de coherencia y decencia, pero también lo harán quedar mal para que pierda la próxima elección.

Por otro lado, la buena marcha de la economía ha sido la carta fuerte del presidente con el electorado, pero la situación está a punto de cambiar. A pesar de recibir una economía en recuperación y de implementar un estímulo fiscal que aportó un crecimiento de tres cuartos de punto porcentual al PIB, la administración Trump lidiará con una desaceleración económica.

Hoy las ventas de autos y de inmuebles van a la baja, las estimaciones de crecimiento se han reducido y el aumento en la tasa de interés contiene la inflación, pero quita impulso a la economía. La incertidumbre en el mercado de valores, que se desplomó 15% en los últimos dos meses, no mejorará con un gobierno dividido que invita a la parálisis. Y los efectos de las políticas proteccionistas del presidente comenzarán a reportarse exhibiendo que han lastimado a millones de estadounidenses.

Como conservador fiscal que soy favorezco que el gobierno tome el mínimo necesario en impuestos de los bolsillos de trabajadores y compañías. No obstante, este gobierno ha sido irresponsable al otorgar recortes de impuestos masivos (principalmente al gran capital) sin resolver la insolvencia en que caerán programas asistenciales como los sistemas de pensiones o la atención médica subsidiada a pobres y ancianos.

Estas realidades fiscales explotarán cuando la economía pierda dinamismo y, sobre todo, cuando caiga en recesión. Estos fenómenos que corrigen desviaciones de mercado ocurren en promedio cada 10 años, y ya pasaron 12 desde la última recesión, al tiempo que los indicadores sugieren que es tiempo de una nueva purga del capitalismo.

Finalmente, la multitud de investigaciones de que son objeto Trump y sus asociados de la campaña política, sus negocios y hasta familiares pueden concluir en 2019. Con ello es probable que gente tan cercana como su hijo, Donald Trump Jr., sean acusados de delitos. Si el presidente extiende perdones a familiares y aliados será a un altísimo costo político para su reelección. Y si la investigación del fiscal especial Robert Mueller concluye que la campaña Trump se coludió con los rusos en 2016 y, peor, que el mandatario estaba al tanto, los demócratas usarán esa información para acabar con su gobierno. Es improbable que Trump enfrente un juicio político, pues el Senado con mayoría republicana no irá en su contra, pero el juicio de la opinión pública será implacable.

Los estadounidenses dirían coloquialmente que “el 2019 le obsequió un shit sándwich al presidente”. Disfrute su sándwich y su presidencia, señor Trump.

Periodista @ARLOpinion

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