Las mujeres tenemos una gran responsabilidad cuando nos convertimos en madres. Está en nuestras manos educar a nuestros hijos para que dejen de propagar patrones sexistas que limitan el desarrollo integral de las mujeres y tienen consecuencias negativas para toda la sociedad. Absolutamente todo empieza con nosotros mismos, en las acciones cotidianas, en la educación que le estamos dando a los hijos, así como en los valores y actitudes que les estamos transmitiendo.

Una educación feminista no promueve el odio hacia los hombres, sino la igualdad y la idea de que ningún género es superior a otro.

No se trata de dominar, sino de deconstruir los roles rígidos de género para que no determinen la manera en la que cada persona vive.

Todos tenemos la libertad de desarrollarnos plenamente sin enfrentar obstáculos adicionales por haber nacido con un determinado sexo. El valor de la mujer y del hombre es igualmente importante para el desarrollo sostenible de las comunidades.

Educar en feminismo no se refiere solamente a las mujeres. Al contrario, es sumamente importante para los hombres también. El objetivo es formar personas libres, independientes, respetuosas, seguras de sí mismas y capaces de amar a otros, empezando por ellos mismos.

Es momento de romper con los estereotipos arcaicos que exigen cierto comportamiento. Las mujeres no deben ser sumisas, serviciales y obedientes, mientras los hombres son fuertes, herméticos, nunca lloran y se visten de azul. El feminismo empieza con la educación que recibimos en el hogar.

Enseñemos a nuestros hijos e hijas a ser libres de elegir, decidir, pensar, hacer o dejar de hacer. Que sepan que tienen una voz que pueden utilizar; serán escuchados y tomados en cuenta. Que sean honestos, empezando con ellos mismos, sus necesidades y deseos. Que cuestionen y digan cuando no estén de acuerdo. La autonomía es fundamental para saber cómo poner un alto a abusos y a situaciones injustas.

Nunca le digas a tus hijos que no pueden hacer algo por ser hombres o mujeres. Al contrario, motívalos a seguir sus sueños y pasiones; sólo así podrán despertar sus talentos y alcanzar la plenitud.

Tampoco definas sus metas u objetivos de vida con base en lo que se espera de ellos por su género. Lo mejor que le puede pasar a una mujer no es ser rescatada por un príncipe, casarse y ser felices para siempre. No les enseñemos a agradar o a complacer, sino a ser ellos mismos y estar orgullosos de serlo.

En este Día de las Madres, las invito a reflexionar acerca de la educación que le están dando a sus hijos y a dejar de fomentar la discriminación, el abuso y la violencia de género. Educar en feminismo es educar en igualdad. Ser madre es un privilegio, pero también una responsabilidad. La crianza es un instrumento útil para romper patrones machistas que se han perpetuado de generación en generación. Hagamos las cosas diferente para un mejor futuro en donde las mujeres y los hombres tengan las mismas oportunidades y las palabras misoginia y sexismo carezcan de todo sentido.

Empresaria, inversionista de impacto y defensora de los derechos de la mujer


Empresaria, inversionista de impacto y defensora de los derechos de la mujer

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