Desde 2014 más de dos millones de venezolanos han huido de su país, tomando refugio en los otros países de la región. Frente a la represión política contra grupos civiles y la oposición política, y con una economía que está en caída libre, con un colapso de la moneda, de la industria y del sistema médico, cada vez más venezolanos han decidido abandonar su patria en búsqueda de mejores opciones en otros lados.

El número más grande de venezolanos, entre medio millón y un millón, está viviendo en el país vecino de Colombia, pero hay grandes números en otros países cercanos también, incluyendo a Ecuador, Perú, Brasil, Panamá, Costa Rica y Chile.

Hasta hace poco, este flujo había pasado casi desapercibido, y muchos pensaban que la mayoría de venezolanos iban a regresar en algún momento a su país de origen. Por solidaridad, los países latinoamericanos aceptaron a la gran mayoría de venezolanos sin cuestionamientos, dando asilo a algunos, visas de trabajo a otros y permitiendo que otros entraran a trabajar de forma irregular.

Pero ahora que se está volviendo más evidente que no hay probabilidades de mejoras en la situación en Venezuela ni que se pare el flujo migratorio de ahí, algunos países han empezado a poner límites a quien puede entrar a su país. Ecuador, Panamá y Chile, por ejemplo, ahora tienen nuevos requisitos para aplicaciones de residencia o trabajo.

Esta semana en Brasil se vio el primer ataque contra venezolanos en un campamento de refugiados en el norte del país, cerca de la frontera con Venezuela, que llevó a que el gobierno movilizara el ejército para poner orden.

A México también han empezado a llegar venezolanos. En 2013, hubo una sola solicitud de asilo político en México de parte de ciudadanos venezolanos, mientras el año pasado más de 4 mil venezolanos buscaron asilo, el segundo país para solicitudes de asilo después de Honduras (y por poco). También se han disparado las solicitudes de residencia temporal y permanente de parte de venezolanos que vienen a trabajar en México.

Comparado a los países cercanos a Venezuela, el número de venezolanos llegando a México es relativamente chico, y en general los que tienen más recursos son quienes buscan llegar a México. Pero no hay que descontar que podrían empezar a llegar muchos más venezolanos en el futuro, huyendo de un país en que ya no ven un futuro factible para sus familias.

Hay una ironía cruel en que Venezuela, un país que alguna vez albergó a tantas personas que huían de las dictaduras en Sudamérica y la violencia en Colombia, ya está expulsando a su población hacia los otros países de la región. Lo que queda cada vez más claro es que no hay soluciones fáciles a esta situación trágica, pero se vuelve cada vez más urgente que los gobiernos y organizaciones cívicas de la región empiecen a buscar soluciones humanas para los que están huyendo de Venezuela. Ahí la Organización de Estados Americanos tiene un papel importante a jugar, así como otras instancias regionales.

En otro momento de la historia, el gobierno de Estados Unidos podría haber jugado un papel importante en buscar soluciones con otros países del hemisferio, pero en estos momentos la administración de Donald Trump carece de posibilidades de liderazgo en este tema debido a sus posturas en temas migratorios y de refugiados, si bien puede coadyuvar a los esfuerzos regionales.

Por lo tanto, queda a los gobiernos y líderes sociales latinoamericanos, incluyendo a los de México, empezar a tomar en serio esta crisis humana de gran escala y empezar a buscar una respuesta coordinada. De lo contrario, la crisis seguirá agravándose con consecuencias para toda América Latina.

Presidente del Instituto de Políticas
Migratorias

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