Como dice el dicho popular, se necesitan dos para bailar un tango. Y como un presagio el escenario más temido se empieza a repetir: el proceso electoral ha entrado en una fase de guerra sucia que nos transporta a lo que sucedió en 2006, hace doce años, pero todo indica que hoy será más intenso y truculento.

Desde que inició esta sucesión se presentó de nuevo el viejo dilema de volver a plantear la “disputa por la nación” (Tello y Cordera dixit). Sin embargo, a diferencia de 2006, en esta ocasión hay una ecuación distinta: el país ha cambiado de forma radical y muchos de sus graves problemas han empeorado. Hay más violencia, impunidad y corrupción. Una mayoría ciudadana está harta. El Estado se ha desorganizado y ha sido capturado por los grandes intereses económicos y por la penetración del crimen organizado en múltiples territorios. La otra parte del supuesto es que AMLO, la gran amenaza al status quo, mantiene el mismo perfil antisistema, pero hoy tiene mayor apoyo de una amplia coalición política.

En los primeros meses de la contienda se pudo observar una tendencia ascendente en la intención del voto en favor de AMLO y, al mismo tiempo, una cierta mesura en los planteamientos del candidato que por tercera vez trata de ganar la elección presidencial. Otro supuesto inicial era que dada la gravedad del país lo que menos se necesitaba era otra campaña estridente en la lucha por el poder. Esa suposición ha desaparecido y los contendientes muestran que la confrontación será legal e ilegal.

Una vez que AMLO se posicionó como el puntero de la competencia empezó a fijar la agenda para enfrentar los graves problemas nacionales. Así surgió la idea de pacificar al país, incluso con una “amnistía”; de la misma forma, dijo que el combate a la corrupción pasa por revisar el proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. En este proceso sembró palabras que poco a poco se convirtieron en artillería para que sus contrincantes lanzaran una guerra sucia en su contra. Lo cierto es que cualquier propuesta que haga AMLO será usada en su contra.

Unos días antes de que iniciara formalmente la campaña un grupo de periodistas le hizo una entrevista colectiva en Milenio televisión, y vimos a un candidato similar y, al mismo tiempo, diferente, como lo escribí hace unas semanas en este espacio. En su ánimo mostró que no se enojaba con los cuestionamientos, que marcaba tiempos y mantenía el buen humor. Casi un mes después llegó el primer debate y el escenario cambió. Una sucesión menos polarizada se ha quebrado en miles de pedazos.

En el primer debate el candidato mostró incomodidad, era entendible que frente al ataque de cuatro candidatos en su contra, AMLO se sintiera bombardeado. En el pos-debate se ha especulado que algo perdió, pero logró administrar su ventaja; hay que esperar las mediciones para evaluar qué tanto se movió el escenario. A partir de ese momento se ha iniciado una etapa de mayor guerra sucia y una ruda polarización social. La sucesión ha entrado en una zona de incertidumbre y la pregunta que nos hacemos muchos es: ¿hasta dónde piensa llegar la coalición gobernante para impedir un posible triunfo de AMLO?

En diversos grupos del sector empresarial se han encendido las alarmas y el tono de la campaña del PRI y del PAN ha activado otra vez la estrategia del miedo: asociar a AMLO con Chávez y con la violencia; convertirlo otra vez en el peligro que va a “perdonar” criminales y a “cancelar” el desarrollo económico del país simbolizado en el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. En el mundo de la continuidad se justifica todo para combatir el “populismo”. El país cruje y arden las redes sociales. Los ataques se multiplican, el candidato de Morena muestra otra vez su combatividad y sus adversarios lo tratan como peligroso. Mientras los integrantes de su equipo explican y matizan las ideas del proyecto, el candidato ya decidió que su mejor forma de dar la batalla es peleando contra la “mafia del poder”.

Al país le urgen soluciones. Hay que discutir la amnistía, los daños ambientales del nuevo aeropuerto, combatir la corrupción y pacificar a México. Cuando acabe el tango de la campaña, los problemas seguirán presentes…

Investigador del CIESAS.
@AzizNa ssif

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