Dice un dicho popular que “como México no hay dos”, y hace años era gracioso responder que no había dos, sino diez. Pero, en esta ocasión, tendremos que aceptar que nuestro país padece una suerte de excepcionalidad perversa.

Cuando vemos cómo funcionan las instituciones en la mayoría de los países de la región —con todas sus deficiencias y limitaciones—, encontramos una diferencia fundamental con nuestro país: la corrupción se castiga y se tienen elecciones sin grandes litigios. Aquí la corrupción está protegida con impunidad y no se ha logrado tener una normalidad electoral. El país cuenta con un sofisticado aparato jurídico y una institucionalidad judicial de primer mundo, sin embargo, sus resultados se quedan por detrás de países menos desarrollados. ¿Qué diferencia hay entre Brasil o Perú y México en el combate a la corrupción? Si nos limitamos a los resultados, el enorme contraste está en que en esos dos países han logrado el castigo hasta los niveles más altos de la clase política y de los grupos empresariales, en cambio, aquí no pasa nada.

Con la globalización y los intercambios económicos, también llegaron las partes negras del crimen y la corrupción. Las grandes corporaciones como Odebrecht implementaron un modelo de corrupción en la región, que ha generado enormes operativos de dinero para financiar campañas, partidos y gobiernos, a cambio de obras con precios inflados. Como lo señaló el presidente de Transparencia Internacional, José Carlos Ugaz, este modelo de “gran corrupción” se compone de tres elementos: financiamiento a campañas políticas, obtención de grandes obras de infraestructura sobrevaluadas y un sistema de sobornos para la clase política (http://aristeguinoticias.com/tag/odebrecht/)

El combate al modelo corruptor de Odebrecht ha llevado a la cárcel a decenas de funcionarios, políticos y empresarios en varios países en toda la región, con excepción de México. Aquí es un territorio aparte. Un extenso reportaje de la revista Proceso 2128, firmado por Ignacio Rodríguez Reyna y Alejandra Xanic de Quinto Elemento Lab, puso al ex director de Pemex en la orbita del modelo por haber recibido supuestos sobornos por 10 millones de dólares desde la época de la campaña presidencial de 2012. La investigación periodística se basa en los testimonios de tres brasileños, con altos cargos en la empresa Odebrecht, quienes han sido inculpados. Si es cierto o no, de cualquier forma, en México hay experiencias recientes que reproducen el mismo modelo de corrupción como la Casa Blanca de Peña Nieto o el ciclo de corrupción de la empresa OHL en el Estado de México. Estos ejemplos, cubiertos por la impunidad, no pasarán en este gobierno de las versiones que conocemos a través de los medios. Lo más probable es que suceda lo mismo con el expediente Lozoya/Odebrecht.

No sabemos si el reportaje periodístico revele datos confiables, pero el contexto lo vuelve completamente creíble. Además, ya vimos a una PGR incompetente. Por el círculo de protección e impunidad, que domina en México, quizá no lleguemos a saber por la ruta legal lo que pasó con ese dinero. Ricardo Raphael plantea la misma duda y elige documentar en su columna de EL UNIVERSAL, “Lozoya, el peor” (17/VIII/2017), la pésima gestión de este ex director de Pemex, como el gran endeudamiento y las malas decisiones de gestión que afectaron de forma grave a la empresa.

México, de acuerdo con el presidente de Transparencia Internacional, está lejos de los dos modelos que se han implementado en la región para combatir la corrupción: el que han seguido Brasil y Perú con un sistema judicial potente y autónomo; el otro es el de Guatemala, que se auxilió de una comisión internacional de la ONU para resolver graves casos de corrupción. En el caso mexicano, la impunidad sistémica protege a los operadores de la corrupción; tenemos un sistema judicial capturado por los intereses políticos y económicos, con una clase política que llegó al poder mediante un modelo de dinero sucio, obras públicas y protección, por eso será muy complicado salir de la excepcionalidad perversa en la que estamos atrapados. Esta problemática será un tema central en la agenda de la próxima sucesión presidencial.

Investigador del CIESAS.
@AzizNa ssif

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