Las tragedias no avisan, llegan y cambian radicalmente las cosas. Eso es lo que ocurrió en Puebla el pasado 24 de diciembre cuando murió la gobernadora Martha Erika Alonso y su esposo, Rafael Moreno Valle.

Sin duda, Puebla fue uno de los factores más conflictivos en la fiesta morenista que arrasó en las elecciones en 2018. Entre impugnaciones, recuentos y una alta polarización, pasaron los más de cinco meses entre la elección y la decisión dividida del Tribunal Electoral (4 contra 3) para ratificar el triunfo de Alonso. Hoy Puebla está de nuevo en elecciones, un proceso extraordinario llevará a la ciudadanía a las urnas el próximo 2 de junio.

Las elecciones poblanas tendrán lugar en un escenario completamente diferente al de hace un año. Morena es hoy el partido gobernante y sus votos lo han llevado a tener una condición dominante. AMLO es un presidente con un gran poder y ha llegado a sus primeros cien días con una aprobación que ronda en 80%, quizá por eso las primeras mediciones sobre las elecciones extraordinarias en Puebla le dan a Morena entre 40% y 44% frente a su más cercano competidor, el PAN, que tiene un rango entre 11% y 14.5% (EL UNIVERSAL 6/II/2019 y El Financiero 4/III/2019). Tal vez por esa razón, Morena es el partido que menos tuvo necesidad de hacer cambios, incluso va con el mismo candidato, lo cual no es necesariamente positivo.

A la polarización que dejaron los comicios de 2018 se sumó la tragedia, por eso el INE asumió “toda la responsabilidad” para organizar el proceso electoral extraordinario. El momento político actual muestra contrastes interesantes para los candidatos y los partidos. El escenario de Morena, en donde parece que va directo al triunfo, se le puede complicar. Por lo pronto, ha designado al mismo candidato, Miguel Barbosa, que fue parte del conflicto en 2018, por una encuesta que no se hizo pública. Otro de los aspirantes de Morena, Alejandro Armenta, se inconformó por la “interpretación” de la encuesta y metió un recurso al Tribunal Electoral. Hay dos retos importantes para el morenismo: uno son los pleitos internos, sus resonancias nacionales y sus repercusiones locales; y el otro es el comportamiento de AMLO que tiene el compromiso de no intervenir y mantenerse al margen del proceso. En esta ocasión Morena irá en coalición con el PT otra vez, y en lugar del PES tendrá la compañía del Partido Verde, que suda oportunismo y es un buen negocio disfrazado de partido.

En el lado opositor hay dos opciones, el PRI, que está en sus horas más bajas, irá con Alberto Jiménez como candidato. La otra parte es la del frente de 2018 cuya cara cambió bastante. El PAN, que fue el partido gobernante hasta diciembre pasado, decidió no ir con un militante de sus filas, sino con una candidatura ciudadana a la que se sumaron el desinflado PRD y Movimiento Ciudadano. Como parte de la organización social Sumamos, el candidato es Enrique Cárdenas, un economista con mucho prestigio, que fue rector de la UDLA. Una buena apuesta de la oposición.

A partir de hoy, y durante los siguientes dos meses, los poblanos estarán otra vez en campaña electoral. Ya sin el empuje de una elección presidencial, sino sometidos a la necesidad local de resolver el destino de su gubernatura en esta suerte de segunda vuelta obligada. Las encuestas que citamos antes se hicieron cuando todavía no habían sido registrados los candidatos, por eso se retrata muy bien la fuerza de Morena como nuevo partido dominante. Un factor para la observación será el voto por partido y por candidato. Estos comicios pondrán a prueba la tesis de que Morena es el nuevo PRI. Lo que menos necesita Puebla es otra elección conflictiva. Para salir de la polarización y de la tragedia es indispensable un proceso limpio, pacífico y democrático...

***Fotografía: Tras la muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso y su esposo, Rafael Moreno Valle, en un accidente aéreo en diciembre pasado, los candidatos y los partidos enfrentan un panorama de contrastes rumbo al 2 de junio. (ARCHIVO EL UNIVERSAL)

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