La promesa de los manifestantes anticapitalistas de convertir la ciudad de Hamburgo en un infierno se tornó realidad al comenzar ayer la cumbre del Grupo de los Veinte principales países industrializados y emergentes (G20). Hasta el momento, el balance es de 11 heridos graves entre los manifestantes, 196 policías lesionados y al menos 70 detenidos, de acuerdo con las autoridades.

Los disturbios, que comenzaron el jueves tras la fuerte represión policial de la protesta bautizada “Bienvenidos al infierno” —la más temida por el caudal de violentos—, continuaron ayer, mientras los líderes celebraban sus primeras sesiones en el recinto ferial. Centenares de activistas antisistema desafiaron la prohibición que regía desde la mañana del viernes de manifestarse en un radio de 38 kilómetros y bloquearon calles y vías de trenes, lo que causó retrasos en el transporte público.

La víctima más prominente de los retrasos fue la primera dama de Estados Unidos, Melania Trump, quien se quedó sin poder participar en el paseo en barco previsto para los “consortes” de líderes del G20, después de que manifestantes bloquearan su salida de la residencia oficial en Hamburgo. El programa de acompañantes tuvo que ser modificado por motivos de seguridad e incluso tuvo que suspenderse la visita programada al Centro Alemán de Investigación Climática.

Melania se solidarizó con los lesionados. “Acompaño en el sentimiento a los que fueron heridos en las protestas de Hamburgo. Espero que todos estén a salvo”, tuiteó.

Paralelamente, vándalos prendieron fuego a varios vehículos que se encontraban aparcados en diferentes zonas de la ciudad y atacaron negocios. La policía se vio desbordada por los distintos focos de protesta y pese a contar con casi 20 mil efectivos las autoridades tuvieron que pedir refuerzo de un millar de agentes a otros estados vecinos. Por la noche, la policía dispersó a una multitud de activistas violentos con gases lacrimógenos. La canciller alemana, Angela Merkel, calificó de “intolerable” la violencia, al tiempo que reconocía que en la cumbre las cosas no estaban siendo sencillas. La jornada finalizó sin limar asperezas ni lograr acercar posturas con Estados Unidos en materia de defensa climática y de libre comercio.

“Aquí los debates son muy complicados, no tengo por qué ocultarlo”, dijo Merkel. El presidente de EU, Donald Trump, mantuvo su postura proteccionista y denunció lo que llamó “décadas de robo” de empleos de estadounidenses. “Países extranjeros se han vuelto ricos a expensas de EU y muchos intereses particulares se han beneficiado de este gran robo global de riqueza estadounidense”, denunció durante una emisión radial al margen de la cumbre. Merkel defendió un comercio “libre y justo”.

Los temas de la crisis venezolana y el desafío nuclear norcoreano se colaron a la cumbre. El secretario estadounidense de Estado, Rex Tillerson, dijo que “no quedarán muchas opciones” si la campaña de presión pacífica contra el programa nuclear de Pyongyang no da resultados. En lo que sí hubo unidad es respecto de la necesidad de cooperar más en la lucha antiterrorista, para cortar sus vías de financiación y compartir información para mejorar la seguridad.

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