Entre 2006 y 2012, durante la administración de Felipe Calderón, se registraron en México unos 121,613 homicidios, más del doble de los 60 mil que se produjeron en el sexenio de Vicente Fox.

Años después, en 2018, Enrique Peña Nieto entregó peores resultados: 157,158 homicidios, que acumulados sumaban 278,771 muertes.

López Obrador heredará a Claudia Sheinbaum o a Xóchitl Gálvez un país mucho peor que el de Calderón o el de Peña Nieto. Según las cifras oficiales basadas en el conteo gubernamental, el sexenio de la 4T acumularía unos 179,238 homicidios. Sin embargo, otros conteos con datos de fuentes abiertas, como el caso de T-Research International, llegan a más de 183 mil.

El gobierno presume la caída de homicidios diarios de los 101 de 2018 a “solamente” 81 en 2023; concediendo una baja en las tendencias y con un enfoque “muy optimista”, pensando en un promedio de unos 70 homicidios al día en lo que resta de la administración de López Obrador, habría que sumar unos 13 mil muertos más.

O sea, la 4T, el sexenio de los abrazos y no balazos, puede fácilmente convertirse en el primer sexenio con 200 mil homicidios, ¡80 mil más que Calderón!

Por desgracia, estos números terminan por politizarse y son usados como una estrategia de guerra política, de reparto de culpas con el correspondiente abuso de adjetivos entre la clase política y los caminos para buscar soluciones totalmente ausentes.

No se trata de narrativas políticas sino de realidades dantescas. Este país no ha hecho sino empeorar en los últimos 20 años: entre Calderón, Peña y López sumamos más de 470 mil asesinatos, ¡casi medio millón de seres humanos víctimas de la violencia!

¿Qué necesitaremos para darnos cuenta del tamaño de la tragedia?, ¿para entender que el problema no es ser un chairo o un fifí?, ¿pensar que la solución no radica en las estrategias presentes ni pasadas?, ¿qué nos hace falta para comenzar a plantear soluciones reales e inmediatas?

Prácticamente es urgente un cambio radical de todo el sistema. Urge una policía civil con inteligencia civil y capacidad de investigación, urge dignificar y profesionalizar el trabajo del policía: necesitamos elementos con vocación y no de necesidad. Urge replantear por completo el ministerio público, hoy por hoy el trabajo de la mayoría de las procuradurías es increíblemente burocrático y nulamente eficiente. También urge una revisión a profundidad de las legislaciones penales, particularmente en sus abstrusos y absurdos procedimientos que son la base para que los juzgadores tomen decisiones que, con sobrada razón, muchas veces terminan indignando a la sociedad. Y sí, también urge revisar a los jueces.

Y todo eso no se hará sin presupuesto ni tampoco en menos de un sexenio.

En resumen, urge tomarnos en serio la gravedad de nuestro infierno o hacernos a la idea de convivir con él para siempre.

De Colofón.- Lamentable el episodio de Juan Pablo Sánchez Gálvez, hijo de Xóchitl Gálvez.

Nunca debió ser representante oficial de la juventud opositora. Se veía mal: nepotismo y privilegio por decir lo menos.

El video fue obtenido por un personaje oscuro en la 4T ligado a la Alcaldía Miguel Hidalgo y cercano a Claudia Sheinbaum.

Soltarlo a unos días del debate fue el primer golpe, vienen más.

¡Y todavía faltan 59 días para la elección!

@LuisCardenasMX

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