La realidad de las mujeres en México es contrastante. Por un lado, cada vez son más las mujeres que han alcanzado posiciones de liderazgo en empresas y en la vida pública del país. Pero también, son las mujeres quienes enfrentan los niveles más altos de violencia, discriminación y marginación. De acuerdo con la última medición del Coneval, por ejemplo, hay 29 millones de mujeres en situación de pobreza y 5.5 millones en situación de pobreza extrema.

Pero también y es justo decirlo, gracias a la lucha histórica de las mujeres mexicanas hoy tenemos un avance sustancial en muchas áreas: acceso a la educación, derechos laborales, representación y participación política, y derechos sexuales y reproductivos; por citar algunas. En un acontecimiento, por demás trascendental, por mencionar otro aspecto, es muy probable que México tenga a su primera presidenta el próximo año.

Sin embargo, en una radiografía general, es mucho más fácil entender (y atender) la realidad que viven las mujeres mexicanas. De acuerdo con un estudio de la UNAM, las mujeres representan actualmente el cuarenta por ciento de la fuerza productiva, pero solo 3 de cada 10 ganan arriba de trece mil pesos mensuales. Aunado a ello y en lo que se refiere a puestos directivos, de cada 100 únicamente 26 son ocupados por mujeres. Un dieciocho por ciento del total (2.2 millones) de las mujeres económicamente activas, por cierto, considera que vive en condiciones de desigualdad salarial.

Datos INEGI señalan que, en promedio, las mujeres destinan cuando menos el sesenta por ciento de su tiempo a labores domésticas y cuidados no remunerados. Otro dato interesante es que, tras la pandemia y de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, las mujeres mexicanas enfrentan un déficit importante (de 1.4 millones) en lo que se refiere a recuperación de empleos. Sin embargo y en este mismo escenario, el índice de emprendimiento de micro y pequeñas empresas por parte de las mujeres ha venido en aumento desde el 2021, por lo cual sigue siendo fundamental agilizar los procedimientos para la apertura de éstas.

Las mujeres mexicanas, nos dice el IMCO, trabajan principalmente en el sector comercio (26%) y en la industria manufacturera (16%), sin embargo hay todavía un porcentaje muy alto (45%) trabajando en la informalidad. Un tema muy importante es este terreno es que nuestro país se encuentra por debajo del promedio global (48.5%) en lo que se refiere a participación de las mujeres en el mercado laboral (en México es de 43.6%).

Ahora bien. Un tema delicado sigue siendo el de la violencia de género. Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), cuando menos el setenta por ciento de las mujeres mexicanas mayores de 15 años han experimentado un episodio de violencia, ya sea física, psicológica, económica, patrimonial, sexual o de alguna otra índole. A pesar de los esfuerzos institucionales y legislativos (que no son menores, por cierto) parece haber todavía un aspecto cultural entre la sociedad de nuestro país, que debe analizarse a profundidad para el diseño de nuevas políticas públicas que hagan frente a esta situación.

Frente a esta situación, las alertas de género, los grupos de trabajo interinstitucionales, la creación de Fiscalías especializadas y policías de atención a la violencia de género, los módulos de atención inmediata, los protocolos de intervención, las líneas de atención (telefónicas y en la red), los centros de justicia y las nuevas legislaciones que atienden delitos específicos contra la mujer (como la Ley Olimpia); son una realidad que se vive en nuestro país, producto del esfuerzo de mujeres y hombres comprometidos con la realidad nacional.

Si bien las mujeres mexicanas todavía se encuentran en situaciones y escenarios de vulnerabilidad; el tema ha sido de la mayor prioridad para gobiernos de todos los niveles. Falta mucho por hacer, claro está, pero el tema sigue siendo parte de la agenda pública de muchos sectores. Visibilizar todas y cada una de las formas de violencia contra las mujeres, ha sido sustancial para avanzar en la salvaguarda, protección y defensa de los derechos e integridad de las mexicanas.

Nuestro país se encamina hacia un escenario político de renovación. En 2024 tendremos a la primera mujer presidenta y son muchos los aspectos que deberá considerar la próxima titular del Ejecutivo, de cara a la próxima década. Hoy vivimos en un contraste que obliga a continuar impulsado la paridad de género, los derechos de las mujeres, su participación en todos los ámbitos de la vida y por supuesto, el derecho a una vida digna y libre de violencia.

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